Una tortuga de las islas Galápagos, una cochinilla de Brasil y una planta encontrada gracias a Facebook integran el "top ten" de nuevas especies, lista elaborada por el Instituto para la Exploración de Especies de Nueva York

Cada año se descubren en el mundo casi 20 mil especies nuevas, pero solo diez pasan a formar parte del "top ten", que se da a conocer anualmente para celebrar el aniversario de Carlos Linneo, botánico del siglo XVIII considerado padre de la taxonomía moderna. 

La supervivencia de un tercio de las diez especies más destacadas se asegura porque disponen de áreas de distribución muy reducidas. 

 

El código genético, o lo que es lo mismo el diccionario que usan los seres vivos para traducir los genes en proteínas, dejó de crecer hace 3.000 millones de años y ahora un equipo de expertos ha señalado a la estructura de los ácidos ribonucleicos de transferencia como la responsable. 

Científicos del Instituto de Investigación Biomédica (IRB) y del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona publican hoy un estudio en la revista Science Advances en el que aseguran que el descubrimiento puede ser utilidad en la biología sintética. 

La razón por la que el código genético dejara de crecer se halla en la estructura de los ácidos ribonucleicos (ARN) de transferencia, las moléculas centrales en la traducción de genes a proteínas. 

El código genético está limitado a los 20 aminoácidos con que se fabrican las proteínas, el número máximo que evita caer en mutaciones sistemáticas fatales para la vida. 

Los biólogos han explicado que una limitación frenó en seco la evolución del código genético, el conjunto universal de normas que usan todos los organismos para traducir las secuencias de genes de los ácidos nucleicos (ADN y ARN) a la secuencia de aminoácidos de las proteínas que harán las funciones celulares. 

El equipo de científicos liderados por el investigador Lluís Ribas de Pouplana, demostró que el código genético evolucionó hasta incluir un máximo de 20 aminoácidos y no pudo crecer más por una limitación funcional de los ARN de transferencia, las moléculas que hacen de intérpretes entre el lenguaje de los genes y el de las proteínas. 

Este freno en el crecimiento de la complejidad de la vida se produjo hace más de 3.000 millones de años, antes de que bacterias, eucariotas y arqueobacterias evolucionaran por separado, dado que todos los seres vivos usan el mismo código para producir proteínas. 

Según explicó Ribas, "la maquinaria para traducir los genes a proteínas no puede reconocer más de 20 aminoácidos porque los confundiría entre ellos, lo que produciría mutaciones constantes en las proteínas y por consiguiente una traducción errónea de la información genética de consecuencias catastróficas". 

La saturación del código tiene el origen en los ARN de transferencia (tRNA), las moléculas que reconocen la información genética y llevan el aminoácido al ribosoma, donde se fabrican las proteínas encadenando los aminoácidos uno tras otro según la información de un gen determinado. 

Ahora bien, la cavidad donde han de encajarse los tRNA dentro del ribosoma impone a todas estas moléculas una misma estructura similar a una L, que deja muy poco margen de variación entre ellas. 

"Al sistema le hubiera interesado incorporar nuevos aminoácidos porque de hecho usamos más de 20, pero se añaden por vías muy complejas, fuera del código genético", indicó. 

Y es que llegó un momento, dijo el experto, "en que la naturaleza no pudo crear nuevos tRNA que fuesen suficientemente diferentes de los que ya había sin que entrasen en conflicto al identificar el aminoácido correcto. Y esto ocurrió cuando se llegó a 20". 

Uno de los objetivos de la biología sintética es incrementar el código genético, modificarlo para poder hacer proteínas con aminoácidos diferentes para conseguir funciones nuevas. 

Se usan organismos, como bacterias, en unas condiciones muy controladas para que fabriquen proteínas con unas características determinadas. 

"Pero hacerlo no es nada fácil, y nuestro trabajo demuestra que hay que evitar este conflicto de identidad entre los tRNA sintéticos diseñados en el laboratorio con los tRNA preexistentes para conseguir sistemas biotecnológicos más efectivos".

Fue en 2003 cuando tres estudiantes de la U. Tecnológica de Helsinki (Finlandia), decidieron desarrollar juegos para dispositivos móviles, patrocinados por empresas como Nokia y HP. Tras una serie de cambios de nombres y la colaboración financiera de varias empresas, la compañía decidió  llamarse Rovio Mobile.  

En diciembre de 2009  lanzó su primer juego: Angry Birds. La fórmula fue simple. Unas irritables aves que debían derribar bloques de madera. Pese a su simplicidad, los coloridos pájaros,  resultaron muy atractivos para el público infantil.  El juego se transformó en un fenómeno de los dispositivos móviles, aunque contaba con dos grandes problemas: la poca capacidad de reinvención y lo repetitivo que podía tornarse después de mucho tiempo.  

Angry Birds fue uno de los últimos juegos exitosos antes que la industria de los videojuegos adoptara el modelo Free To Play (cuando el juego es gratis, pero integra pagos dentro de la aplicación para ciertas mejoras o adquirir niveles que en su versión gratuita no tiene). 

En 2012 el título de Rovio alcanzó las mil millones de descargas, convirtiéndose en el juego más popular del año, lo que también trajo que la empresa diversificara su negocio, comercializando juguetes de los pájaros y todo tipo de mercancía relacionado a la franquicia.  

febrero biciesto 2016

 

El conocimiento popular dice que la Tierra demora 365 días en dar la vuelta al Sol, pero en realidad, son 365,242 días. Esa fracción de casi un cuarto de día por año es la que suma cada cuatro años y así agregamos un día al último día de febrero y en lugar de tener 28 días, tiene 29, como ocurre este año 2016.

César Fuentes, astrónomo de la U. de Chile e investigador del Centro de Astrofísica y Técnicas Afines (CATA) explica que si bien hay un año bisiesto cada cuatro años, esta regla no siempre se cumple. “Por año, hay casi un cuarto de día que queda. Pero como es un poco menos de un cuarto, en cuatro años no se alcanza a completar un día, por lo que hay que sacar tres años bisiestos cada 400 años”, señala. Es por eso que el año 1700, 1800 y 1900, no fueron año bisiesto, pero sí lo fue el año 2000.

 

 

Cuando el hombre moderno (homo sapiens) salió de África hace más de 60 mil años se mezcló con neandertales y denisovanos que entonces habitaban Europa y Asia y convivieron por un largo tiempo.

Esta convivencia hizo que a la fecha, europeos y asiáticos mantengan como parte de la herencia genética de los neandertales, entre el 2 y el 5% de su ADN y son varios los grupos de científicos que intentan identificar la influencia de esta información en lo que somos hoy día.