Comenzó como un molino de fabricación de papel, en 1865, en Espoo, Finlandia, y recibió su nombre por el río Nokianvirta, cercano al segundo molino abierto por Fredrik Idestam, su dueño. 

Nokia siempre fue una empresa exitosa. Pasó por el rubro de los cables, botas de goma y neumáticos a infraestructura para telecomunicaciones y dispositivos móviles, este último donde se consagró como líder por más de una década. 

Ahí fue creciendo desde los años 60, cuando desarrollaba dispositivos electrónicos, como teléfonos de radio para el ejército. Pero en 1979 dio sus primeros pasos en la telefonía al crear Mobira Oy, la primera red de telefonía móvil internacional del mundo, y luego en los 80, al lanzar su primer teléfono para vehículos.

Los 90 la llevaron a la gloria. En 1994 lanzó el modelo 2100 y fue tal el éxito que vendieron más de 20 millones de aparatos.

Tres años después incorporaron Snake, el juego de la serpiente, en el modelo 6110, el clásico azul con antena, y vendió casi 41 millones de unidades en 1998. Le siguieron el 7110, que ofrecía funciones básicas web y el 6650, su primer 3G.

Nokia ofrecía un producto superior a la competencia en calidad en los primeros años de masificación de la telefonía celular. La calidad se manifestaba no sólo en lo concreto (el artefacto), sino en el software que daba una interfaz de usuario más clara y fácil de usar. Ello hizo desarrollar una lealtad a la marca que pudieron usar cuando la competencia reaccionó y sacó productos similares.

Hicieron también mucha inversión en marketing y todas las operadoras de telefonía ofrecían sus modelos. Tener un Nokia, era sinónimo de status, como hoy es dejar sobre la mesa el último iPhone.

En pleno liderazgo, sus ventas  crecían más de 50% al año. Por entonces seguía innovando y en 1998 lanzó el primer móvil sin antena, los primeros con carcasa deslizante, dispositivos con baterías que duraban más que el promedio y mensajes con imágenes preinstaladas, entre otros.

El comienzo del fin

En los primeros años de este siglo ni Apple, Sony ni Siemens se le acercaban. Hasta que en 2007 el lanzamiento del iPhone de Apple, revolucionó el mercado con su teléfono inteligente con una pantalla táctil de 3,5 pulgadas.

Entonces compañías líderes, como Blackberry y Palm, pensaban que el smartphone naufragaría. “La reacción fue ‘somos los líderes de la industria, es una propuesta sin mucho sentido, vamos a seguir haciendo las cosas como antes’ y  se rehusaron a cambiar. Pero Apple cambió el paradigma para dar paso a una revolución y cuando se sumaron a ella lo hicieron de manera insuficiente y muy tarde”, dice Morales.

Para 2009 Nokia ya registraba su primera pérdida trimestral en una década, y mientras Android, el sistema operativo de Google ganaba terreno, en 2012 Nokia se unió a Microsoft para desarrollar teléfonos inteligentes con Windows Phone. La alianza no prosperó.

Lo trágico de la industria tecnológica es que no basta hacer las cosas bien e incluso no cometer errores. Es necesario anticiparse, visualizar los próximos cinco o 10 años. Es en lo que no sólo Nokia, sino empresas como Blackberry y otras, fallaron. 

El acuerdo de la finlandesa con Microsoft ya terminó y con ello Nokia anunció a sus nuevos partners: FIH Mobile, filial del fabricante taiwanés Foxconn, y HMD global. Harán nuevos celulares y tabletas con Android. 

Con el nuevo trato van a partir de cero, Android está liderando el mercado por lejos y con esto Nokia tendrá dispositivos que enriquecerá un ecosistema que no tenía. Siempre es bueno que Nokia vuelva, hasta hoy hace cosas mejor que cualquiera y casi por romanticismo, sigue siendo una marca súper querida. 

¿Qué esperar en términos de industria? El futuro de la compañía depende de qué tanto capital humano de alta calidad haya conservado. Si aún cuenta con aquellos que fueron capaces de asombrarnos con sus creaciones, es posible que generen nuevos productos y servicios. Hoy en día las compañías que ganan, igual que en el futbol, son las que tienen los mejores jugadores.